domingo, 2 de septiembre de 2012

Lo aprendido

Cuando Pol decidió marcharse aún era demasiado pronto...
Éso es lo que siempre pensé, lo que siempre he pensado y lo que siempre pensaré (lo no sé, quien sabe)

Él me lo enseñó todo.
Me enseñó que los batidos de fresa quedan mejor si les añades una parte de plátano y que los anuncios de juguetes no vienen con pilas incuídas.

En las noches de tormenta solíamos mirar películas de comedia, sabía que éso me relajaba mientras él me buscaba los pies fríos por debajo de la manta para cosquillearlos.

Me enseñó a coger el camino más corto para ir a comprar y también me enseñó que los mejores besos son los que se dan con el corazón.

Pol sabía mucho de besos, aunque parece que se fué sin darme ninguno.


Cada vez que pienso en el día que se fué se me rompe el corazón, porque todabía no se como funciona la batidora.

Me enseñó a ayudar a la gente y a reciclar y a no derrochar.
Cuando yo cortaba judías el se acercaba por detrás y me decía que nunca me abandonaría. Yo sonreía y seguía cortando, mirando como se iba hacia la habitación quitándose la camisa.
La mayoría de las veces, acababa cortándome la primera falange del dedo índice.
Llevo una cicatriz.

Me quedan muy buenas las judías.

Pol me enseñó que con una sonrisa el mundo se ve mucho mejor, pero sin embargo los últimos días él se mostraba apagado.

También me enseño que si pones un pañuelo encima de la lámpara queda un ambiente del color del pañuelo. Recuerdo que aquello me fascinó tanto que pinté la habitación llena de estrellas de colores.

Lástima que se fuera, porqué ayer pinté una luna preciosa.

Hoy no cocinaré judías.
¡Hoy aprenderé a hacer el mejor batido del mundo!