Me gusta observar

Observar a la gente es algo que me apasiona.
Imaginar sus vidas, sus mundos y sus opiniones... me inquieta.
Ver cómo una pareja se da un beso en plena calle me provoca una media sonrisa, picarona.
Ver la sonrisa de un niño me produce ternura.
Una mujer con zapatos de tacón quizás me provoque elegancia y me haga pensar en su posición económica y en cuánto dinero se habrá gastado en aquellos zapatos y/o en cuánto estará pagando de hipoteca. También me pregunto si tendrá caries. Y en ése caso... ¿cuantas? No creo que una mujer de ése estatus tenga caries.

Ahora veo a una mujer sentada en la terraza de una cafetería, con una postura medio encurbada. De unos cincuenta años.
Se ha pedido un café solo. Éso ya dice mucho de la persona.
Podría habérselo pedido con leche o un capuccino, pero se ha pedido un café solo y seguramente sin azúcar.
Se lo ha bebido de un trago. Era de esperar.
Fumadora.
Seguramente paga alquiler. Esa no paga hipoteca.
Tiene pinta de tener hijos y alguno de ellos separado y con problemas económicos y ella es la que tira la familia adelante.

Tiene pinta de madre y abuela coraje.

No lo sé. En mi imaginación es así. Tan solo imagino una vida para ella en mi cabeza, aunque seguramente, muy posiblemente sea totalmente distinto.
Yo solamente observo.

Miro y me dejo llevar.

Me gusta obervar detalle a detalle y que mi mente me diga con palabras lo que vé.